martes, agosto 26, 2008

La vuelta del racismo biológico a nuestras vidas o, ¿nunca se fué?

Cada cierto tiempo, sectores conservadores de la sociedad que no trepidan en usar todos los medios a su alcance para mantener y reproducir su dominio económico y cultural en el mundo, recurren a la ciencia y promueven la presencia de modelos prejuiciosos como el racismo biológico.
Hace pocas semanas atrás, se informa por los medios de comunicación que un grupo de científicos de la Universidad de Carolina del Norte, ha descubierto tres genes que producen la violencia en jóvenes de escasos recursos o jóvenes sin relación con una figura paternal clara. Las mutaciones de esos genes aparecen sobre todo en niños de vecindarios pobres o procedentes de familias divididas en las que no existe la figura de uno o los dos progenitores.
Según estos científicos, el resultado de la investigación, sería la primera que vincula las variaciones moleculares genéticas con la delincuencia, "aumenta de manera significativa" la "comprensión de la conducta violenta o delincuente".
El racismo biológico según Lewontin, Rose y Kamin, "postula que las vidas y las acciones humanas son consecuencias inevitables de las propiedades bioquímicas de las células que constituyen al individuo y que estas características están a su vez determinadas únicamente por los constituyentes de los genes que posee cada individuo. Por último, todo comportamiento humano -y, en consecuencia, toda la sociedad humana- está regido por una cadena de determinantes que van del gen al individuo y, de éste, a la suma de los comportamientos de todos los individuos". "Así las causas de los fenómenos sociales se hallan en la biología de los actores individuales en una escena social. Entonces la herencia genética es invocada como expresión inevitable de la naturaleza humana."Estamos ante la invención de la "desviación social" y por ende la aparición de la violencia como expresión patológica del cerebro de individuos que viven en entornos defectuosos (pobreza, separación de los padres, delincuencia, etc.). Bajo este predicamento, se planteará la política de "la pastilla o el cuchillo": "los casos de violencia procedían de individuos que tenían cerebros enfermos y que debían ser tratados por ello".
"Pero la violencia abierta no es la única manifestación de los cerebros enfermos... Los niños a los que sus escuelas sólo les procuran aburrimiento, nerviosismo o distracción son hiperactivos o sufren disfunción cerebral mínima. Nuevamente, se considera que un cerebro trastornado es la causa de una interacción inaceptable de los individuos y las organizaciones sociales."
Los autores plantean que las teorías deterministas biológicas se han convertido en las últimas décadas en un elemento importante de las luchas políticas y sociales. Desde los años sesenta del siglo pasado que se desarrollan argumentos científicos que afirman diferencias biológicas en la inteligencia y el cuerpo entre ricos y pobres, entre blancos y negros, entre europeos e inmigrantes africanos, asiáticos y judíos, entre hombres y mujeres. Este determinismo ayuda a mantener incuestionables las instituciones sociales, justificar los recortes presupuestarios en los gastos sociales fiscales y controlar con la policía y la medicina, la protesta social.
Así, la presencia de nuevos descubrimientos seudocientíficos en la actualidad nos recuerda que, nos enfrentamos a una nueva corriente determinista, fundamentalista y racista que puede tener graves consecuencias, en cuanto, también se observa que, los ciudadanos se movilizan y expresan con mayor seguridad y menor credibilidad en el modelo neoliberal reinante.
¿Estará nuestro país ad portas de una casta en el poder, fundamentalista y racista, que proclame su sospechosa superioridad en base a la ciencia?.

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