martes, noviembre 18, 2008

Los cafés filosóficos

LOS CAFÉS FILOSÓFICOS por Óscar Brenifier

Desde hace nueve a diez años ha aparecido un extraño fenómeno en Francia cuyo desarrollo continúa todavía a lo largo de estos meses: me estoy refiriendo al café filosófico. Existen ya más de ciento cincuenta cafés filosóficos diseminados a través de todo el territorio galo donde se reúnen individuos de todas las edades y condición para debatir sobre cuestiones como la existencia, el amor, la muerte, el deseo, la palabra, el poder o la modernidad. En el seno de la institución filosófica, se ha desatado una agitada polémica entre los profesores sobre la naturaleza de este fenómeno. Algunos filósofos se han implicado en esta nueva práctica filosófica, participando activamente y animándose a organizar este tipo de debates, pero la mayoría ha adoptado más bien una actitud de distanciamiento y desdén, o ha preferido atacar duramente este tipo de eventos. A estos profesores, el adjetivo “filosófico” les parece totalmente inapropiado para un ejercicio que fundamentalmente sigue siendo una “charla de café”. El autor de este artículo, filósofo de formación, se encuadra desde hace bastantes años en esa nebulosa de los cafés filosóficos, e intenta dar cuenta de este fenómeno social que ha arraigado en todo el territorio francés, con algunas incursiones aquí y allá, principalmente en otros países francófonos.

El aspecto más impresionante de este fenómeno reside en su espontaneidad, pues tanto su creación como su desarrollo son más bien producto de circunstancias fortuitas y autónomas que de una decisión concertada y organizada. También debemos mencionar el papel de los medios de comunicación, puesto que gracias a su atención, los cafés filosóficos se convirtieron rápidamente en un fenómeno “de moda”. En 1992, Marc Sautet, profesor de filosofía en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de París, durante una entrevista en la radio, contó como algo anecdótico que se reunía con unos amigos para filosofar cada domingo por la mañana en un café de la plaza de la Bastilla, en París. Cuál sería su sorpresa el domingo siguiente, cuando comprobó cómo acudían numerosas personas, deseosas de participar en ese tipo de discusiones informales. Semana tras semana, el número de asistentes iba en aumento, por lo que se hizo necesario buscar algunas reglas básicas de funcionamiento, con el fin de que este tipo de aglomeraciones no se transformase en una algarabía cacofónica. El café filosófico había nacido. Desde 1995, otras dos o tres experiencias, motivadas por iniciativas personales más o menos calcadas de la primera, vieron la luz en la capital francesa. Fue entonces cuando la prensa comenzó a prestar atención al fenómeno, lo que suscitó poco a poco numerosas vocaciones espontáneas, hasta llegar a la situación actual.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

No logro entender el por qué de la repulsión de ciertos círculos de profesores a esta tendencia de los cafés filosóficos. Me parece que las conversaciones más amenas y productivas se dan fuera del ambiente universitario y especializado. La filosofía debe eliminar el manto elitista con que está cubierta desde hace años.
Saludos.

Anónimo dijo...

Perdone, ¿cómo podría contactar con usted para hacerle unas preguntas relacionadas con la filosofía y la educación? Me puede dar una cuenta de correo para comunicarnos? O sino se puede poner en contacto conmigo en: jose_apc87@hotmail.com

Anónimo dijo...

Muy interesante su actividad y los comentarios sobre el movimiento de los cafes filosoficos y, aprovecho la ocasion para comentarle lo siguiente: Desde hace un tiempo me ha fascinado la tendencia a considerar temas de la vida desde un espacio mental vacio, o lo que es igual sin condicionamiento alguno, sin ideologia, sin religion, sin ataduras culturales, sin nacionalismos y sin tendencias politicas y eticas. Creo que es totalmente posible si uno esta atento a los aspectos condicionantes. Tengo un blog que lo intenta: http://transfilosofia.blogspot.com/

Pablo Romero García dijo...

Estimados/as, en el marco de las actividades del Proyecto Arjé (http://proyectoarje.blogspot.com) los convocamos a participar publicando en la tercera época de nuestra Revista, que será editada en formato digital a partir de marzo, distribuyéndose en formato PDF a través de nuestro sitio web y en soporte de CD en instancias de nuestro Ciclo de charlas y seminarios.

Les adjunto la breve editorial del primer número, que oficia como invitación, y las condiciones de publicación.

“Los ensayos breves suelen tener un tono sugerente, dialógico y confesional, en donde predomina el yo del autor y desde el cual se abordan un variado universo de temas, en una escritura ágil y no exenta de cierta irreverencia, en tanto se permite aterrizar en aspectos que los estudios de extenso rigor académico generalmente dejan de lado. Por estas características, es un género tan revolucionario como desechado, en tiempos de una radical profesionalización y burocratización del saber. Y en este contexto es que en su tercera época, la Revista Arjé pretende ejercer de rescate y trinchera del ensayo, de espacio posible para retomar el ejercicio de una práctica que en la historia intelectual de nuestra pequeña aldea cultural ha resultado decisiva en la elaboración de aquellas ideas más sutiles y provocativas al pensamiento. Suele decirse que lo breve es doblemente bueno. Como los textos que esperamos incitar a escribir, como los contenidos que esperamos brindarles. El desafío queda planteado. La invitación queda hecha.”

Las condiciones para publicar son:

Textos que no excedan las cuatro carillas en formato Times New Roman, tamaño 12

El tema es libre y su publicación queda sujeta a la aprobación del editor.

Enviar el texto por correo electrónico a: proyectoarje@montevideo.com.uy – pablorom@montevideo.com.uy (o pabloromero7@gmail.com)

La convocatoria es a autores nacionales y extranjeros y el plazo para recibir los trabajos para el primer número vence el 11 de marzo de 2009.

Abrazos,

Pablo Romero

Phiblógsopho dijo...

Estamos convocando al siguiente meme:

El Proceso de Bolonia y la Filosofìa