lunes, mayo 01, 2006

Para entender la santificación de la codicia

Los dogmas suscritos por los ideólogos libremercadistas le son familiares a cualquiera que maneje el lenguaje del discurso económico contemporáneo:
  • El crecimiento económico sostenido, medido por el producto nacional bruto, es el camino hacia el progreso humano.
  • El libre mercado, sin restricciones gubernamentales, generalmente resulta en una distribución de recursos más eficiente y socialmente óptima.
  • La globalización económica, lograda con la eliminación de barreras al libre flujo de bienes y dinero por todo el mundo, incentiva la competencia, aumenta la eficiencia económica, crea empleos, baja los precios al consumidor, aumenta la gama de elección de éste, eleva el crecimiento económico y en general es beneficiosa para casi todos.
  • La privatización que transfiere funciones y bienes de los gobiernos al sector privado, mejora la eficiencia.
  • La responsabilidad básica del gobierno es proveer la infraestructura necesaria para el progreso del comercio y poner en vigor la ley respecto a los derechos de propiedad y contratos.
Estas creencias se basan en una serie de supuestos explícitos inherentes a las teorías económicas neoclásicas:
  • Los seres humanos están motivados por el interés personal, que se expresa principalmente a través de la búsqueda de ganancias económicas.
  • La acción que genere el mayor retorno financiero para el individuo o la empresa es la de mayor beneficio para la sociedad.
  • El comportamiento competitivo es más racional para el individuo y la compañía que la conducta cooperativa; en consecuencia, las sociedades deberían construirse en torno a la motivación competitiva.
  • La mejor manera de medir el progreso humano es mediante el aumento del valor de lo que consumen los miembros de la sociedad, y niveles de consumo en constante crecimiento promueven el bienestar de la sociedad al estimular una mayor producción económica.
En un lenguaje más directo, estas doctrinas ideológicas suponen que:
  • Las personas por naturaleza están motivadas básicamente por la codicia.
  • el impulso de adquirir es la mayor expresión de lo que realmente significa ser humano.
  • La implacable persecusión de la codicia y la adquisición conduce a resultados socialmente óptimos.
Para los intereses de la sociedad humana es de suma importancia estimular, honrar y recompensar los valores recién estipulados.
No todo lo que brilla es oro. Cuando las trasnacionales gobiernan el mundo. David C. Korten. Editorial Cuatro Vientos, 1998, Santiago de Chile.

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